Haber tenido al peor ministro de Cultura (y Educación) no es excusa.
No es más que un síntoma más.
Los anteriores tampoco han sido mucho mejores.
Decía mi padre que una señal de lo poco que importaba la Agricultura es que sus ministros solían ser los más torpes y desconocidos de cada gobierno.
Pues algo así está pasando con la cultura, que ya no sé si es mejor escribir con minúsculas.
Ayer asistí a la presentación de un libro en Las Palmas de Gran Canaria. Hubo de ser suspendida.
Las Palmas tiene 382.000 habitantes. Me descubrí avergonzado intentando poner ante el escritor 300.000 excusas que explicasen por qué aquel salón estaba casi vacío.
¿Qué pasa con la cultura?
Salí de allí y paseé por Las Palmas pensativo. Encontré cosas extrañas: un mitin de Juventudes comunistas con escasa asistencia también, jóvenes de Médicos sin Fronteras captando socios, gente paseando como yo o sentada a lo suyo.
Me acerqué a Vegueta, el barrio histórico. Allí, bajo banderas alemanas en bancos corridos grupos de gente de mediana edad bebían cerveza, salchichas y codillo al precio de un libro. "OktoberFest" le llamaban, y seguramente lo catalogarán como fiesta "cultural", quién sabe...
Cerca, jóvenes adolescentes, incapaces de pagar aquellos precios, circulaban a los rincones donde harían el botellón, y luego, si había suerte, irían a bailar a algún local.
Seguí caminando hasta la plaza de Santo Domingo. Antes, en Santa Ana, me crucé con una mujer que llevaba por la calle un cuadro antiguo, de marco dorado, casi más grande que ella misma. Me pareció otra imagen extraña.
¿Qué pasa con la cultura?
En la plaza de Santo Domingo, medio centenar de personas mayores sentadas ante un escenario escuchaban a una parranda cantar en honor a las fiestas del Rosario. Y mientras, cerca de la iglesia, oía dentro entonar las oraciones del mismísimo rosario. Las calles aledañas estaban vacías. Lo escribí en mi Twitter:
¿Qué pasa con la cultura?
No es más que un síntoma más.
Los anteriores tampoco han sido mucho mejores.
Decía mi padre que una señal de lo poco que importaba la Agricultura es que sus ministros solían ser los más torpes y desconocidos de cada gobierno.
Pues algo así está pasando con la cultura, que ya no sé si es mejor escribir con minúsculas.
Ayer asistí a la presentación de un libro en Las Palmas de Gran Canaria. Hubo de ser suspendida.
Las Palmas tiene 382.000 habitantes. Me descubrí avergonzado intentando poner ante el escritor 300.000 excusas que explicasen por qué aquel salón estaba casi vacío.
¿Qué pasa con la cultura?
Salí de allí y paseé por Las Palmas pensativo. Encontré cosas extrañas: un mitin de Juventudes comunistas con escasa asistencia también, jóvenes de Médicos sin Fronteras captando socios, gente paseando como yo o sentada a lo suyo.
Me acerqué a Vegueta, el barrio histórico. Allí, bajo banderas alemanas en bancos corridos grupos de gente de mediana edad bebían cerveza, salchichas y codillo al precio de un libro. "OktoberFest" le llamaban, y seguramente lo catalogarán como fiesta "cultural", quién sabe...
Cerca, jóvenes adolescentes, incapaces de pagar aquellos precios, circulaban a los rincones donde harían el botellón, y luego, si había suerte, irían a bailar a algún local.
Seguí caminando hasta la plaza de Santo Domingo. Antes, en Santa Ana, me crucé con una mujer que llevaba por la calle un cuadro antiguo, de marco dorado, casi más grande que ella misma. Me pareció otra imagen extraña.
¿Qué pasa con la cultura?
En la plaza de Santo Domingo, medio centenar de personas mayores sentadas ante un escenario escuchaban a una parranda cantar en honor a las fiestas del Rosario. Y mientras, cerca de la iglesia, oía dentro entonar las oraciones del mismísimo rosario. Las calles aledañas estaban vacías. Lo escribí en mi Twitter:
#cosasextrañas que ver en Las Palmas un viernes: oír rezar el rosario en una iglesia, ancianos oyendo una Parranda: pic.twitter.com/wNvTgnNI03
— Pedro Villarrubia (@pvil) octubre 2, 2015
Fue una noche extraña.¿Qué pasa con la cultura?
Comentarios
Es complicado saber hacia dónde nos dirigimos, pero será un camino extraño y desde luego contracorriente.